domingo, 14 de junio de 2015

La Crazy, Crazy Glorita



Dueña de una belleza femenina envidiable para las damas y muy atractiva para los nosotros los caballeros, también tiene la gracia de ser politóloga.

Es una combinación bien beneficiosa en este mundo que ha sido dominado por hombres, la "Crazy" ha logrado hacerse notar y ganar espacio en público por la llamativo de sus muy particulares formas de pensar y de expresarlas sin que estas denoten intelectualidad pero tampoco falta de ella, algo así como la gracia de un pollo de granja.

Libertaria como ella se denomina, asidua asistente a fiestas de descoque electrónico donde los jóvenes hacen mucho más que escuchar música y bailarla, quienes la conocemos sabemos que le gustan ciertas bebidas pero sobre todo la mariguana y la cocaína.

Esta señorita "open mind" tiene en sórdido romance con uno de los mexicanos que puede presumir que tiene billete largo aquí en Guatemala y en su país, dueño de uno de los bancos del sistema y una cadena de almacenes de ventas de electrodomésticos, de aquellos donde te dan crédito hoy para que lo terminen de pagar tus nietos.  

En esta realidad que vive Gloria no existe la necesidad y la gente necesitada es una especie de parásito del estado.   Es un mundo de fantasía donde el populismo es el cuco, despreciando a la misma gente que es la que hace al país, al pueblo; uno de los elementos del Estado.  

Otra señorita surgida de una complicada pareja de cubanos separada por la violencia intrafamiliar sufrida por la madre, gusta de vivir la "vida loca" en los festivales de Panajachel, donde se congregan una gran cantidad de jóvenes consumidores de drogas; la Crazyglorita también en el reflejo de una familia disfuncional que ha encontrado refugio en la autodestrucción.



Discursos bien maquillados, pero copiados.   Hablando de un ideal que ya que existe sólo en un mundo alterno, Gloria Álvares parece tener lagunas mentales al hablar de realidades que están a años luz de ser la de Guatemala.   La Guatemala, aquella de la violencia, del hambre, de los hospitales calamitosos, esa es la que no se ve en el mundo de fantasía de la canchita.

Como otro instrumento de manipulación, así la ve el diabólico Pedro Trujillo, pues no una sino varias veces la ha utilizado en los "shows" que montan para inyectar ese veneno en la mente de las personas que van pensando que la pobreza es una enfermedad sucia y asquerosa, culpa de los mismos pobres y que somos un lastre para el sistema.  


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